sábado, 10 de junio de 2017

Cuatro preguntas para los Octámbulos




1. ¿Qué es, ha sido y será de su literatura en el antes, hoy, y después o no de su decisión libre o del azar, de participar en el grupo de “Los Octámbulos”?

Cuando se llega a un sitio, muchas veces, es el azar el que se confabula con uno para habitar un espacio y un tiempo, destinado, deseado tal vez. Y una llega cargada de fantasmas, de recuerdos de adolescencia en los que se quiso infundir vida a esos hombres inmortales que nos abandonaron (Los hermanos Grimm, la generación del 98, del 27, Goethe,  Rimbaud,  Nietzsche, Freud,  Kafka, Hölderlin,  Virginia Woolf,  Simone de Beauvoir, Olga Orozco, Pizarnik, Yourcenar… Poder escuchar de ellos y ellas, luchas, insomnios, ese parir un texto en medio de la angustia, el delirio o la lucidez.

Textos que llenan de sonidos y cadencias mis oídos. Cuánto deseé tenerlos frente a mí. Quería conocer a esos escritores de los que mis profesores de español nos hablaban. Y un día no esperado, me invitan a hacer parte de la tertulia, no estaba en mis planes, pero el deseo andaba agazapado y se hizo ley. Y en la tertulia empezó a abrirse ese océano de las palabras que se juntan, una tras otra, como las piezas de un rompecabezas que necesitan encajarse para darle forma a una imagen.
Las palabras son un océano que irrumpe con toda su fuerza, hasta reventar como los juegos pirotécnicos. Y entonces, la escritura se hace una necesidad. La pasión corre por la sangre, se tatúa en la piel, se respira, aún en un medio como el nuestro, se respira la poesía que otros hacen y la que hacen  los contertulios.
Escribir se ha convertido en una manera de habitar el mundo, de habitar la tertulia, la cual sigue consolidándose en la perseverancia, en un intento, siempre imposible, porque las palabras huyen y uno va tras ellas para darle forma en el papel. Crear a partir de la nada, a pesar de quedar cortos en el decir, a pesar de la lucha interior, porque las musas desdeñosas nos abandonan. Sin embargo, el reunirnos quincenalmente, nos ha hecho disciplinados, procurando tensar los textos en medio de las críticas. 
La tertulia ha sido la brújula en medio del mar tempestuoso, de la oscuridad, de la lejanía de un puerto seguro. Hemos permanecido en el mar abierto, cada uno capitán de sí mismo, no hay maestros, tampoco pupilos. Cada quien caminando a su ritmo, haciendo pausas o siendo devorados por la imperiosa necesidad de un norte en su escritura; desnudando su ser, exaltando una mirada del mundo, un encuentro con los propios fantasmas, dándole forma a la propia existencia, reflexionando sobre el mundo, sobre los escritores que amamos. Y en ese devenir va surgiendo una voz propia. 
Hemos permanecido en pie en las noches  frías y cálidas. No sabemos a dónde nos lleve ese mar tempestuoso de las pasiones. Solo remamos todos los días, a pesar los quebrantos de salud y de ánimo seguimos remando, no tenemos puerto definitivo. Cada uno llegará cuando su corazón deseé el puerto. O cuando la muerte le arrebate el último halito de su existencia, el último poema que no terminará de hacer. 
Mientras tanto, el presente nos aguarda, y cada uno seguirá siendo su propio capitán en alta mar, eso es lo que hemos hecho durante trece años.

2       Cómo y desde dónde, con qué texto o textos interviene en esté Nro 2 de la Antología de “Los Octámbulos” y por qué y para qué?

Desde la poesía he intervenido en el libro, Octámbulos II, con textos que en su mayoría son una mirada sobre las mujeres con las que he trabajado, sus dificultades para subsistir, pero también sus deseos de superación; la ciudad y sus vendedores ambulantes, la guerra, esa frontera entre lo íntimo y éxtimo. Una  necesidad de nombrar lo que es Colombia, un espejo donde todos somos dioses oscuros intentando unir sus fragmentos, intentando delinear el rostro de la paz.

3       ¿En qué forma y medida (sin mediciones), usted ha ocluido o exaltado su yo, para intervenir en este grupo y por qué, qué sentido tiene y como han sido sus desarrollos tempestuosos o no?

En la tertulia ha prevalecido el ejercicio de la democracia, no un ejercicio para exaltar el yo propio o el de otros; como lo decía antes, no hay quien la dirija. Solo unas pautas, unas reglas necesarias para su funcionamiento. La tertulia es un espacio para el ejercicio político, en tanto, que se toma la palabra, sin mediadores, sin maestros, sin a quién seguir. Cada uno hace uso de su propia voz para estar o no de acuerdo con lo que se debate. También es un espacio para el ejercicio de la estética y la ética particular, y en este sentido, cada integrante es libre de exaltar su yo o  resaltar en la ficción los temas del mundo que lo circunda.


4       ¿Qué es para usted un Octámbulo y si esa visión o consideración media (médium) con o en sus textos, por qué sí o por qué no?

Un Octámbulo, es comprometido con la escritura, con su presencia en cada encuentro itinerante cada quince días. Un Octámbulo está comprometido con su deseo, con los temas que lo apasionan, con el ejercicio de la crítica de los textos que se llevan para pasarlos por el tamiz de las sugerencias. En la crítica nos mueve la coherencia de los textos, las fisuras desde lo gramatical, los tópicos que necesitan más desarrollo, pero cada quien está en su derecho de aceptar o no las sugerencias. 

Esa diversidad de voces, con maneras distintas de estar en el mundo, de ser, se convierte en una ventana abierta al mundo, donde cada uno ejercita el pensamiento y el hacer. La tertulia se ha convertido en el ejercicio de la libertad y la palabra.


Entrevista hecha a cada uno de los Octámbulos hecha por Óscar González en el Periódico El Mundo en Palabra & Obra y en la que se publicaron algunas de las respuestas de cada Octámbulo, estás son las mías. Entrevista de marzo 5 de 2017.  




2 comentarios:

  1. Felicitaciones, espero que hoy, cuatro años después, sigan con la misma fuerza, el mismo rumbo, la misma energía.

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  2. Felicitaciones, espero que hoy, cuatro años después, sigan con la misma fuerza, el mismo rumbo, la misma energía.

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